Que no calle el cantor
Decidir, moverse, llegar... esa es la cuestión.
Dormitar entre paredes de nylon, tu cuerpo íntegro mirando al cielo, el sonido del cotorreo incesante y la luz de la luna que ingresa por la abertura superior del cobertizo. Ramas de la copa del árbol que seleccionaste ingresan espontáneas a tu visual.
Agarrá tu vehículo, toma el primer colectivo que salga, hace dedo... diversas maneras son las que tenés para lograrlo, tomá la que vos quieras, solo regalate disfrutar del canto de la colonia de loros barranqueros más grande del mundo.